Mejor que el sexo...

Dos personas se conocen una noche comparten el taxi a casa, intuyen, que se desean mutuamente. La situación es fácil, una noche y él se marchará en 3 dias. Sin embargo, tras la primera noche, él se siente empujado a quedarse y ella desea retenerlo, así que los dos comienzan una relación no confesada, azuzada por la pasión sexual, pero que lentamente va desembocando en algo mucho más profundo. Pasa la primera noche y él es incapaz de marcharse, no piensan en mañana...

Hay mucho sexo, aunque velado y nada gratuito. El sexo aparece en esta película como un termometro que mide la complicidad de los protagonistas en distintos momentos, una especie de lente de aumento gracias a la cual podemos adivinar si la unión se encamina hacia la felicidad o el fracaso.

Vamos conociendo a los personajes a medida que se conocen ellos, no tenemos antecedentes. El director ha querido hacer una especie de documental sobre el desarrollo de lo que es en principio una relación de puro sexo, y se va conviertiendo en algo más.

Hablan con la mirada, y la mayoria de las veces, cuando lo hacen es sobre banalidades. No hablan por miedo... Miedo a lo que sienten, a como ha resultado ser la experiencia, miedo a querer, miedo a lo que vendrá después...